AUTOR: Edilberto Lasso Cárdenas
Tutor,
Investigador, Universidad Nacional Abierta y a Distancia
Tutor,
Fundación Universitaria Luis Amigó, Sede Regional Bogotá.
Ponente. XIII Jornadas y I Congreso Internacional del Maestro
Investigador. Pontificia Universidad Bolivariana. Marzo 20,21 y 22 de 2013.
Ponencia Publicada ISBN: 978-958-764-081-6). Universidad
Pontificia Bolivariana. Escuela de Educación y Pedagogía. Facultad de
Educación. Medellín. Colombia.
PREÁMBULO
El telón de fondo en el que se
circunscribe la ponencia es la epistemología ecologizada (promoción de formas
dialógicas y solidarias de interacción) o La
ecología de los saberes como propiamente la denomina Sousa (2009. Pp.,
113-117). Este sociólogo defendió la emergencia de las epistemologías
emergentes o sociología de las ausencias. Lévy (1999) en la misma tónica
dialogante de Sousa, al referirse a la ecología de saberes, y soportado en la
era virtual, abordó las economías cognitivas que, mediante la virtualización
revalorizante, se caracterizan por una su disposición incluyente y
hospitalaria. El arte de la hospitalidad,
como las nuevas epistemologías
emergentes, se oponen, por una parte, a otras formas de exilios o
exclusiones virtuales y cognitivos (Pp. 132-134), y por otra parte, del
universalismo monocultural, criticado por el mismo Sousa, y al que Rorty llamó
metarrelatos y Derrida, logocentrismo.
Junto a las epistemologías que
transitan en el mundo virtual, y que no se alejan ni se divorcian de la
epistemología ecologizada de Sousa y el arte de la hospitalidad de Lévy,
investigadores de la educación como Monereo y Pozo (2008) abogaron,
respectivamente, con el advenimiento de la tecnología digital, por dar cabida a
la pluralidad de espejos y de realidades que pueden re-construirse (Monereo y
Pozo, p.112). Ahora bien, la incidencia de las TIC en lo epistémico,
ratificaron Coll y Monereo (2008) no sólo tiene consecuencias pragmáticas sino
también de uso epistémico, cada vez que los alumnos se esfuercen por
transformar sus mentes y hagan posible, en sus mentes, otros mundos. (p.120)
Los sujetos epistémicos que
interactúan en la tecnología y con intencionalidades educativas son llamados,
por Begoña (2000) nativo digital e
inmigrante digital. Ambos están abiertos a la irrupción de nuevas narrativas o
narrativas esparcidas como lo propuso Lévy (1999); Rueda (1999) y Rodríguez
(2011) prefirieron hablar de los hipertextos y las narratopedias
respectivamente. Dichas vanguardias narrativas enriquecen lo que
indistintamente algunos investigadores denominaron: las cogniciones
distribuidas, la distribución de la mente, el altruismo cognitivo, el
pensamiento distribuido, la inteligencia repartida o la inteligencia colectiva.
Éstas se distancian de una perspectiva monológica, lineal o solipsista del
conocimiento.
El sujeto epistémico que actúa y
convive con otras epistemologías emergentes cobra todo su valor frente a un
tipo de sociedad global aprisionada y adicta al miedo, atenazada al acentuado individualismo y, conducida por
precarios vínculos. Así lo delataron y denunciaron el literato José Saramago,
el filósofo Peter
Sloterdijk y el sociólogo Bauman. Ojalá que las nuevas narrativas
impulsen en el nativo digital o en el inmigrante digital, otras formas de
contarnos y de hacer posible la convivencia de multívocas narraciones que
emergen en los contextos sociales. Al
fin y al cabo, como lo señaló Macintyre
(2001): “El relato de la vida de cualquiera es parte de un conjunto de relatos
interconectados (…)”. (p.269)
Desarrollo
de la ponencia
El sociólogo Sousa (2009) se apartó
de una forma de narrar, de conocer universal y que se ajusta al universalismo
unicultural. Esta orientación monológica
hizo apología de la concepción de ciencia hegemónica y que incidió en la
negación de otras formas de conocimiento (epistemología de las ausencias).
Asimismo, este autor, reprochó los epistemicidios[1]
colonizantes que, mediante sus estructuras epistemológicas unívocas, han
destruido otras formas de conocimiento (Pp. 274-298). Posiblemente estas
visiones totalitarias, que dieron lugar a una mirada unificada o monádica del
mundo, respondieron a las características de las ciencias clásicas, en las que
según Abuín (2006) se asentaron: la linealidad,
la sumatividad, la certeza, objetividad, el orden y la verdad (p.27).
En la perspectiva anterior, Rorty
(1989) criticó la universalidad de la razón; expuso que la filosofía es el
esfuerzo por alcanzar la universalidad; su tarea sublime consiste en llegar al
conocimiento de la verdad, con la pretensión de descubrir un contexto único o
un relato privilegiado para todas las vidas humanas. A esta tendencia la
calificó de metarrelato (Pp. 23-42).
También Derrick y Rueda (2007) pusieron
en entredicho la mirada positivista de un saber científico, atravesado por la
razón. Rueda (2007) citó a Derrida y Barthes, con el ánimo de corroborar la
incidencia del logocentrismo y el privilegio de la razón en la linealidad del
discurso, lo cual conllevó a la comprensión reducida de la tecnología, y por
ende, a la hegemonía del instrumento, del autor, la obra cerrada y el
significado unívoco. (p. 265)
Frente a los metarrelatos y a la
cultura monológica es indispensable efectuar una ruptura epistemológica, al estilo de Gatón Bachelard (1978, p.14).
Él tomó distancia de concepciones privilegiadas de ciencia y, a la vez, dio el
beneplácito a nuevas epistemologías, estrechamente vinculadas a la nueva epistemología ecologizada que
presentó Sousa, y que según Aguiló,
tiene que ver con las nuevas formas solidarias de interacción de las distintas
formas de saber, las temporalidades, el reconocimiento recíproco de las
diferencias intersubjetivas, las múltiples escalas de acción y las diversas
formas de producción (p.5).
Sousa (2002) defendió la emergencia de las nuevas epistemologías
que se acoplan a la alternativa de construir otro tipo de racionalidad
científica, a la que llamó sociología de las ausencias. Le apostó a
salidas epistemológicas de aquellas que nunca llegaron a ocurrir o de las que
permanecieron en todos los silencios sociales. No se trata de igualar todas las
formas de conocimiento sino de visibilizar, dialogar y reflexionar sobre su
sensatez, su apertura y su incidencia
social. Esta ecología de saberes se aleja de una visión solipsista o marginal
del conocimiento. El paradigma emergente destaca el carácter social del
conocimiento que es social pero que a la
vez es autoconocimiento (o ciencia autobiográfica); el sujeto social se
considera gestor y partícipe de su destino democrático y responsable de la
conciencia colectiva de la propia historia. Sousa (2002) concluirá diciendo que sin conocimientos alternativos, dentro de
la misma constelación hermenéutica, no es posible sostener el pluralismo
multicultural dentro del mismo tiempo y el mismo espacio territorial. (p.144)
Tecnología y cognición
Duart y Sangrá (2000) entendieron que
la tecnología no es un fin en sí misma
sino que está al servicio del proceso de aprendizaje y del estudiante
(Pp.17-31). Mauri y Onrubia (2008) adujeron que lo que se persigue, mediante la
incorporación de las TIC a la educación escolar, es aprovechar la potencialidad
de estas tecnologías para impulsar nuevas
formas de aprender y de enseñar (p.97), y que tienen que ver, por supuesto,
con las cogniciones distribuidas.
Apartado de ciertas concepciones
reducidas de tecnología, vistas solamente como herramientas, máquinas,
instrumentos, caja negra o cinta transportadora de información, varios
estudiosos ampliaron o enriquecieron los factores cognitivos o culturales que
la componen.
Desde el ámbito cognitivo, Lévy
(1999) afirmó que una tecnología intelectual casi siempre exterioriza y
virtualiza una función cognitiva y una actividad mental; por lo demás,
reorganiza la ecología intelectual en su conjunto (Pp.37- 43). Crook (1998) al
citar a Brunner, utilizó la metáfora del “amplificador” cognitivo para referirse
al contacto que establecemos con este elemento mediador llamado tecnología
(p.57). Seguidamente, Lalueza, Crespo y Camps (2008) comentaron que para
Salomón y Perkins las tecnologías son herramientas cognitivas y que aparecen,
en un contexto histórico, como amplificadora de las habilidades humanas (p.58).
Además, Coll y Monereo (2008) sugirieron que la incorporación de las TIC
modifica y reestructura las formas de pensar, de aprender y de enseñar. Las
nuevas tecnologías se convierten en prótesis cognitivas que acaban
naturalizándose (p.117). Finalmente,
Begoña (2000) hizo eco del pensamiento de McLuhan, según el cual toda nueva
tecnología amplifica, exterioriza y modifica muchas funciones cognitivas
(p.21).
Desde otro ángulo, Edith Litwin, Mariana
Maggio y Marinila Lipsman (Comps.) (2005) concibieron las tecnologías en tanto
herramientas de la cultura (Pp.98-99).
En conformidad con Vigotsky distinguieron dos clases de instrumentos, en
función de los tipos de actividad que permiten desarrollar: las herramientas y
los sistemas de signos o símbolos. A diferencia de la herramienta, concebida
como simple objeto exterior y de manipulación, el signo modifica también a la
persona que lo utiliza como mediador y, en definitiva, actúa sobre la interacción
de esa persona con su entorno. La actividad está mediada por una herramienta
tecnológica que opera con un sistema simbólico (Pp-98-99). Así lo estimó
también Vargas (2006) cuando comentó que la tecnología es parte integrante de
nuestra representación simbólica del mundo (p.99).
Sujeto, nativo digital o inmigrante
digital
Lévy (1999) aseveró que la
virtualización no es una desrealización (la transformación de una realidad en
un conjunto de posibles), sino una mutación de identidad. Citó a Michel Serres
para indicar que en la virtualización se reinventa una cultura nómada, creando
un entorno de interacciones sociales que se desterritorializan (Pp.19-21).
Precisamente el sujeto nativo digital o el inmigrante digital, son esos actores,
que como lo atestiguaron Monereo y Pozo (2008) se producen, con las TIC, una
serie de cambios en las prácticas. El sujeto, que es “nativo digital”, transita
su vida on-line en el que el ciberespacio es parte de su cotidianidad. No
filtra la información, la recibe en “crudo”; elige lo que le conviene. El
problema es que éste no “posee” el conocimiento; prefiere localizarlo para
compartirlo, negociarlo o “mercadearlo” a través de compra-venta de trabajos
escolares, apuntes y exámenes (p.115). Prensky (2004), en cambio, ratificó que
los inmigrantes digitales se han adaptado, con mucho esfuerzo, a las nuevas maneras de interacción y
comunicación digital. (p.113)
Coll y Monereo (2008) consideraron
que el nativo digital está dotado de unas competencias que combina y distribuye
funciones híbridas técnico-cognitivas acordes a sus e-identidades. Estas
competencias le permiten gestionar el conocimiento, esto es, la pericia para discernir, contrastar, reflexionar y optar
por epistemologías sensatas y responsables con los retos sociales. Estas
apreciaciones discrepan de quienes navegan acríticamente en la sobreabundancia
de información que aparece en las TIC y que alegan haber encontrado el menú de
realidades virtuales ideales en las que vivir. A lo mejor resulten de un
realismo ingenuo o de realidades virtuales también ingenuas, en las que los
sujetos procuran evadirse. (Pp.121-127)
Tecnología
y sujeto (cuerpo)
El sujeto que interactúa con la
tecnología, no como un simple instrumento extraño, lo hace a partir de nuevas
percepciones con presupuestos teórico recientes.
El sociólogo Marshall McLuhan, el
director del programa Mcluhan, Derrick de Kerckhove, el artista Stelarc, los neurólogos Richard
Andersen y Steve Potter, el escritor de ciencia ficción David Brin y el médico
investigador Greg Stock ratificaron, aunque desde sus particulares concepciones
de cyborg, la integración del organismo con la máquina, la fusión de la
tecnología con el cuerpo humano o los híbridos de carne y máquina, la
tecnología como “extensión” del cuerpo y el cuerpo como “extensión” de la
tecnología (el cuerpo ahí afuera). Igualmente, Córdoba (2007), al citar a McLuhan, revalidó que el hombre
está empezando a llevar el cerebro fuera de su cráneo y sus nervios fuera de la
piel (Pp.278-279). En esta misma dirección, Unigarro (2004) añadió que para
McLuhan debía entenderse que la tecnología es una extensión del cuerpo. Agregó
que la red de comunicaciones es la extensión del sistema nervioso, de nuestra
red neuronal (Pp.44-45). Esta
orientación rompió con una serie de dualismos (alma –cuerpo, tecnología -
cuerpo) o teorías que se han inclinado por una u otra posición y en desmedro de
su contraria.
Gómez (Coord) (2002) reveló, en
palabras de Stelarc que: (…) no podemos seguir diseñando tecnología para el
cuerpo porque esa tecnología comienza a usurpar el cuerpo y a sobre desempeñar lo que el cuerpo hace. Al
parecer, ha llegado la hora de diseñar el cuerpo para emparejarse con sus
máquinas. Concibió que la tecnología no es ajena a la biología humana. Por lo
tanto, la evolución del ser humano hacia un ser híbrido, tecnológico y
biológico no sería más que una consecuencia natural dentro de nuestro
desarrollo como especie; de hecho, la tecnología siempre ha estado pareja a la
evolución del ser humano. Para ello Stelarc comprobó, como artista, que la
realidad virtual “amplifica” los sentidos. (Pp. 609 - 613)
Sujeto e hipertexto
El sujeto se acopla, no a una
percepción tradicional del autor que denunciaron Barthes y Derrida, cuya
apreciación de la escritura es lineal. Gracias a las TIC, aseguraron Rueda
(2007), y en parte Morales (2011), que estamos asistiendo al nacimiento del
“lector-autor” y a la muerte del autor, visto como figura y como la autoridad
con privilegios. La visión unívoca y hegemónica del autor no ha hecho otra cosa
que opacar al lector; impone el sentido único de la palabra a través del libro
cerrado. (p.191)
La opción por la vanguardia narrativa
(hipertexto) de Landow que revalidó Rodríguez (2011) obedece a otro mundo
cultural cuya epistemología es diferente a la escritura (Pp.217-191). La
hipertextualidad es, en boca de Lévy (1999) una nueva forma de comprender
nuestra realidad. (p.209)
Lévy (1999) definió al hipertexto
como matriz de textos potenciales, en la que el autor no recorre redes
preestablecidas sino que crea vínculos (Pp.143-145). Es también un nuevo
lenguaje fragmentado, diseminado, no lineal, multisecuencial, polifónico en los
medios y en las modalidades de expresión. (p. 320-321)
En las nuevas epistemologías del
aprendizaje y la enseñanza, Rueda (1999) en conformidad con Kerckhove, ratificó
que la cultura electrónica se ha vuelto no lineal[2],
en el sentido que, a diferencia de las concepciones tradicionales de tiempo y
espacio, ahora es posible, mediante el hipertexto[3],
que los estudiantes interactúen de forma automática, instantánea y permanente
(p.111). Inspirada en Barthes y Derrida comentó que a diferencia de los
metarrelatos, la hipertextualidad se refiere a “nuevas formas narrativas
esparcidas, compuestas por fragmentos, trozos de texto, en(red)ados y enlazados
en redes de información” (p.276). Igualmente Kerckhove (1999) apuntó que: “El
principio de la hipertextualidad le permite a uno tratar a la Red como la
extensión de los contenidos de su propia mente” (p.113). Por lo mismo, el hipertexto, según Litwin et al., abre una interesante perspectiva
para el análisis de las complejas y múltiples relaciones que se configuran entre
las nuevas tecnologías y el conocimiento. (p.135)
Carrilo (2004) complementó que con el hipertexto se destaca “(…) La
apertura infinita de los textos señalada por Michel Focault, la permeabilidad
barthesiana de los roles entre autor y lector, la naturaleza atomizada del
lenguaje defendida por Derrida o la cualidad polifónica de la novela según
Bajtin, parecían encontrar para Landow su encarnación más acabada en el
hipertexto” (p.116).
Lalueza et al. (2008, César Coll) refrendaron la importancia de la
hipertextualidad, característica principal de las narraciones en red. Agregaron
que “el rizoma del hipertexto no privilegia ningún orden de lectura o
interpretación: no hay una visión general última o un “mapa cognitivo” (Zizet,
1997, p.4) (p.68). Adicional a esto, Abuín (2006) expuso que “El lenguaje
hipertextual es “rizomático” (crecimiento libre) y que funciona como lo
trataron Deleuze y Gauttari (1986) como principio: a) de conexión y de
heterogeneidad (cualquier punto del rizoma puede conectar con cualquier otro),
b) de multiplicidad (no existe unidad, sólo inmensa variedad), y, c) de ruptura
significante (los cortes en el discurso no son interrupciones sino recomienzos
de los mismo, y a la vez, de algo totalmente nuevo). En esta “neoescritura”
electrónica, rizomática y nomadizada, los lectores de cibertextos son jugadores
en un mundo que hay que explorar, pues el hipertexto desacraliza la escritura;
en las narraciones hipertextuales hay
una dimensión polífona de un entramado de microtextos de alto contenido
poético. (Pp.74-85)
Cognición
culturalmente distribuida (Cole, 1991 las llama cogniciones “desparramadas”)
Litwin et al. explicaron que el hipertexto abre una interesante
perspectiva para el análisis de las complejas y múltiples relaciones que se
configuran entre las nuevas tecnologías y el conocimiento (p.135). Se define
por su potencialidad intertextual; se
constituye en una red de relaciones
navegables (p.143). De modo que las nuevas narrativas se conciben o cobran
toda su razón de ser alrededor de cogniciones distribuidas, y que se tratan a
continuación.
Mientras Cole (1991, p. 412)
confirmó, en boca de Crook, la idea según la cual la distribución de la mente
depende de las herramientas mediante las cuales interactuamos con el mundo
(p.57), Parra (2004) prefirió hablar de modificabilidad cognitiva; aquella que
no se da de manera aislada sino mediante el diálogo con otro ser humano
distinto (pp.18-52). Posteriormente este autor (2005) desarrolló lo que llamó
el altruismo cognitivo para referirse a una inteligencia que funciona, no en
función de mí mismo sino en la capacidad para poner a disposición tanto la
propia virtud como la propia estructura intelectiva (p.177). Unos y otros
confluyeron en lo que Litwin et al.
destacaron, en Bruner, la necesidad de entender las mentes de los otros por
todos los medios posibles. (p.26)
Otros autores como Cole y Engestrom
(1993) enfatizaron en la configuración de la cognición culturalmente distribuida.
Vislumbraron que tanto la cultura como el conocimiento están lejos de ser
uniformes. Soportaron su apreciación cuando indicaron que para Ted Scjwartz
(1978,1990), el conocimiento y la cultura se distribuyen en las interacciones
en virtud de los roles sociales (p.39).
Las
tecnologías y el conocimiento distribuido
Junto al conocimiento distribuido,
Córdoba (2007), inter-relacionado con las TIC, advirtió que la tecnología no es
la simple idea de una criatura humana-máquina; ahora es concebida como un
sistema de inteligencia distribuida como un sistema nervioso (p.281). Así lo
ratificó también la psicología-cultural; Crook, y en palabras de Keruger,
Karger y Barwick (1989) dijo que la tecnología no tiene que ver con “el
pensamiento en aislamiento” sino con lo que Crook llamó, fundamento social de
la cognición. Este autor mostró que la actividad cognitiva no está limitada a
procesos mentales íntimos sino a fenómenos situados “más allá de la piel”.
(Pp.55-113)
Según Rodríguez (2011) Lévy comprendió
el espacio del conocimiento (EC) como el lugar donde deviene la inteligencia
colectiva o la inteligencia repartida. El mismo Lévy (2004), afirmó que ese
espacio de conocimiento tiene que ver con “inventar de nuevo el vínculo social
alrededor del aprendizaje recíproco, de la sinergia de las competencias, la
imaginación y la inteligencia colectiva. Estas nuevas identidades de
cooperación son nómadas a la hora de construir conocimiento en y a través del
ciberespacio (p.147). En otro de sus apartes, Lévy (1999), se ocupó de los
colectivos inteligentes que optimizan deliberadamente sus recursos
intelectuales con el deseo de coordinar las inteligencias para que se
multipliquen en lugar de anularse. La inteligencia colectiva no se refiere a un
modo elitista, ni a un poder que
descalifica otros tipos de conocimientos sino en el modo de reconocer que la
diversidad de las actividades humanas puede y debe ser considerada. Habló de
economías cognitivas o “entornos” ecológicos para hacer alusión a los factores
que afectan la inteligencia colectiva y las tecnologías intelectuales. Una
parte creciente de los conocimientos se expresa por medio de modelos digitales
interactivos y de simulaciones. Aquí, la “economía cognitiva” favorece modos de
conocimiento distintos. La aparición o la extensión de las tecnologías
intelectuales no determinan automáticamente tal o cuál forma de conocimiento o
de organización social. (Pp.37-109)
La cognición distribuida mediante las
nuevas construcciones narrativas (narratopedias)
Lévy (1999) anotó que los
dispositivos hipertextuales en las redes digitales han desterritorializado el
texto; han hecho emerger un texto sin fronteras claras y sin interioridad
definible. El texto se pone en movimiento. Es un texto móvil que gira, se
pliega y despliega a voluntad del lector. Con la escritura, los modos de
conocimientos teóricos y hermenéuticos han ocupado el lugar de los saberes
narrativos y rituales de la sociedad (Pp.40-44).
Morales (2011) indagó alrededor de
los teóricos de la hipertextualidad. Trabajó la colectividad, la muerte del
autor (Toschi, 2004) y la ruptura de la linealidad (Aarseth, 1997). La
irrupción de nuevas formar de contar. Citó a Ryan (2004), para quien narración
“puede ser un discurso que reproduce una historia, pero también la propia
historia implica a los otros. Sustentó que: “hemos encontrado en la narración
el modo de imaginar otros mundos posibles (…) porque somos los hijos de los
relatos. (…) narrando vivimos en sociedades del miedo para expiar nuestras
miserias” (Rincón, 2006) (Pp.104-105). Adicional a este comentario, Ricoeur (2003) le
da un matiz especial a la vida en la medida
en que sugiere que la pensemos,
la examinemos como una vida narrada, caracterizada por una lucha entre la
concordancia y la discordancia con el propósito de descubrir una identidad
narrativa, y no de imponerla sobre nosotros mismos. Tal proceso permite que uno
desarrolle el sentido de sí mismo como sujeto; no como ego narcisista sino como
ser “instruido por símbolos culturales”. El relato, declarará, forma parte de
la vida antes de exiliarse de la vida en la escritura (pp. 165 - 166). En tal
sentido, el nativo digital, el inmigrante digital y aquellos que no se han
aproximado a las TIC, están imbricados narrativa y cognitivamente.
Conclusión(es)
o epílogo*
El proyecto de investigación se
encuentra en la fase inicial. Estado
actual del proyecto busca inicialmente respaldar conceptualmente la apuesta investigativa. Con esta claridad,
la primera conclusión de la ponencia es la siguiente:
Las epistemologías
emergentes de la sociedad respaldan las nuevas narrativas esparcidas que se
tejen colectivamente con la tecnología, gracias a las intencionalidades
educativas. Los sujetos epistémicos, sean nativos digitales o inmigrantes
digitales, propenden por consolidar nuevas formas de narrarse y de habitar
dialógicamente en el mundo.
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digital : Ediciones Alianza Editorial. Madrid
NOTA: la imagen de la neurona con el chip fue tomada de la siguiente página web:http://elmonterizo.com.ar/2012/05/22/desarrollan-un-chip-que-funciona-como-una-neurona-lo-llaman-el-eslabon-perdido-de-la-tecnologia/
[1] Precisamente Abuín
González Anxo (2006) consideró que las ciencias clásicas estaban asentadas en
conceptos como los de linealidad,
sumatividad, certeza, objetividad, orden y verdad (p.27). Se trataba de dar
una visión unificada del mundo, y a la que Víctor Longa llama ciencia monádica.
Ahora se adopta la impredecibilidad como factor central. En esta misma tónica,
Sousa (1998) atacó el viejo paradigma de la ciencia privilegiada, en la que
aparecieron el individuo unidimensional y el epistemicidio. Éste subordinó las
prácticas sociales. Por el contrario, este autor, le apostó a la subjetividad
multidimensional, a lo que llamó constelaciones de subjetividades. Por lo
mismo, apreció la epistemología legal, capaz de reinventar las alternativas de
las prácticas sociales (Pp. 430-438).
[2].
La escritura lineal hace
referencia al texto o narración en cuanto originador, centro y dador de unidad.
A esto Lévy llamo red preestablecida o totalidad-secuencialidad (restringido y
cerrado). Según Derrida, ahí cobró vigencia y privilegio el autor. Rueda
(2007), denominó metarrelato a esta forma de escritura.
[3]. Kerckhove (1999)
comentó que según Nelson el hipertexto se define como: “escritura no secuencial
con enlaces controlados por el lector”. En igual sentido señala que Michel
Bernard dice que el hipertexto es la “tercera dimensión de la lengua”
(pp.111-129).